En el asiento y en la oficina de su esposo, Tania acepta la entrevista con DIEZ, pese al duro momento. Es que más allá de la muerte de su esposo también encara un juicio -involucrada por el Ministerio Público- que la tiene con medidas sustitutivas. Guarda detención domiciliaria con derecho solo de salir a trabajar. “Quiero que se cierre este capítulo, esta pesadilla”, dice mientras se seca las lágrimas que fluyen de sus ojos. “Es muy duro”, añade.
Esta es su casa, en julio de 2015 salió y nunca más volvió, ¿se lo imaginaron?
(Se le aguan los ojos). Difícil de contestar (dice con la voz quebrada). Nunca, jamás pensamos que esto iba a acabar en muerte. ¡Jamás!. Incluso cuando le diagnosticaron el cáncer y lo mandamos a Brasil porque movimos cielo y tierra, nunca se nos ocurrió que él no iba a volver, ¡nunca!. Siempre con la esperanza de que él salga de esto, de que sane, pero fue tremendo, no estaba dentro de nuestros planes ni en nuestras peores pesadillas. Ha sido un precio demasiado alto, demasiado alto.
Le queda el dolor...
En realidad murió con sus fuertes convicciones. Pero lo que a él lo debilitó fue, y me lo decía, se lo decía a Tico (Alberto Lozada, con el que estuvo en Palmasola), a mis hijos y a sus hermanos, que a él le podían hacer de todo, que iba a demostrar con papeles y documentos que era inocente, pero que cuando me involucraron a mí... todo cambió. Nos explicaron los médicos en Brasil que sus defensas se le fueron a cero; es ahí cuando el cáncer comenzó a actuar, desde que me involucraron. Él me lo dijo una vez: ‘Tania a mí pueden hacerme lo que les dé la gana, pero que involucren a mi familia, esto ya es muy bajo, es lo último que han podido hacer’. Pero obviamente, nadie pensó, ni yo ni mis hijos, ni sus hermanos, que le estaba afectando tanto. Porque era un hombre fuerte, siempre para adelante, luchó hasta lo último, pero bueno (le sale un suspiro y llora), el Señor tenía otros planes para él.
La detención en Sucre, ¿los encontró desprevenidos?
Ya le habían dicho que había esa posibilidad de que lo querían tomar preso. Pero él decía ‘¿por qué?, si yo no he hecho nada, yo tengo mi auditoría, he presentado toda mi auditoría’. O sea, estaba tranquilo porque hay un dicho que es muy cierto que ‘el que nada debe, nada teme’. Entonces él decía por qué me van a tomar preso ‘si todo lo que entra de la Conmebol es bancarizado, no hay por dónde’, pero ya todo lo tenían armado.
¿Cómo lo encararon desde que a usted la involucran?
¡Horrible! La verdad que creo que la intención de ellos era meterme presa. Yo le digo, y en serio se lo digo, que solo Dios para que no hubieran logrado hacerlo. Siempre tengo que mencionarlo porque tengo mis hermanas que estuvieron orando e intercediendo para que no pasara. Pero mi esposo, la agonía que mi esposo sufría adentro (se volvió a quebrar) fue tremenda. Yo, afuera obviamente, también sufría, porque solo dependía de Dios para que no vaya adentro. Y nada es eso, me querían meter en Sucre. Las veces que llegaba (tras las audiencias en Sucre), para él era un alivio verme, era un alivio. El reencuentro era agradeciendo a Dios siempre porque todo salía como debía salir.
Cuando hay la detención domiciliaria y Carlos es internado, ¿cuánta impotencia hubo en usted en esos momentos?
No tiene ni idea. Solo Dios para evitar que me enferme. Me quedé sin mi esposo y sin Diego (el segundo de sus tres hijos), que lo acompañó desde el principio, y después mandé (a Brasil) a Bruno, el menor, para que esté con su padre, porque pensé, y gracias a Dios que fue una buena decisión, enviarlos para que estén con su padre. Para mí era solo impotencia porque estaba siempre presentando informes a la Fiscalía, al Ministerio Público, siempre explicando la situación, el grado de enfermedad que iba avanzando en mi esposo, pero no era con ellos. O sea, no pasaba nada, Derechos Humanos para ellos no existe; hasta que un día los médicos (desde Brasil) me dicen ‘señora, si no viene, no lo va a ver nunca más a su esposo’. Y ahí lo llamo llorando al ministro Carlos Romero y le digo ‘ministro... Carlos (Chávez) se nos va, ¡qué hago!, tengo que estar con mi esposo, no puedo quedarme acá’. Él se movió, se movió Mario Cronenbold (alcalde de Warnes) y gracias a ellos se dio que pudiera haber viajado porque el Ministerio Público solo estuvo pidiendo informes al IDIF, porque según ellos Carlos estaba de paseo en San Pablo... cuando mi esposo se estaba muriendo.
¿Cómo está el tema legal que la involucra a usted?
Estamos evaluándolo con mi abogado y viendo la forma de demostrar que esto se tiene que acabar. La extinción del proceso de mi esposo por su muerte, y a mí que me saquen de esto, que es cualquier cosa, cualquier cosa.
¿Cómo se afronta la vida ahora?
(Se quiebra) No hay palabras.
¿Habla con ‘Tico’, que estuvo con Carlos desde el inicio?
No, para nada. Solo pidiéndole al Señor que se haga justicia.
¿Cómo lo recuerda a Carlos?
Como un hombre muy protector, un hombre de convicciones firmes, de principios... un hombre que amaba el fútbol, era su pasión, creo que tienen que reconocer el hecho de que mi esposo fue el que se encargó del pago de los casi 4,5 millones por impuestos, más penas y multas y no sé qué cuestiones más. Era un hombre correcto, él no se doblaba pa ra ningún lado. Yo le decía ‘usted parece alemán’ y él me respondía: ‘bueno me crie 13 años allá (estudió economía)’. Pero se lo extraña mucho... mucho.
¿Cómo vio la carta de Bruno que se publicó hace una semana?
Diego (su otro hijo) no ha escrito ninguna carta, pero creo que el sentimiento de mis tres hijos es el mismo, una admiración por su padre, fue un excelente padre, un buen hombre, buen esposo y existe una admiración de todos hacia él.
¿Se imagina el día en que este proceso termine?
Obvio que sí, quiero cerrar este capítulo, que más que un capítulo es una pesadilla, y le pido al Señor... sé que va a terminar, tiene que terminar, no hay por dónde continúe, para luego tratar de continuar.
Tras la muerte de Carlos, ¿han conversado con usted sobre si el proceso puede acabar?
No, yo tengo contacto solo con mis abogados, ellos están viendo esa figura. Me han dicho que ya tienen conocimiento de todos los cuadernos de investigación, que los han visto y se preguntan ¿qué hay acá?. Es que hay cualquier cosa. Hay una buena posibilidad de que esto acabe, quiero que acabe esta pesadilla por mis hijos y por mí.
¿Fue tanta la entrega de Carlos por lo que hacía?
Sí, sin duda. Mire, una de las tantas cosas que hizo, porque jamás me imaginé de que fuera a morir, en serio, hasta lo último me dijo que el Señor hará un milagro -porque lo hace cuando es su voluntad-, pero él me pidió perdón y le pidió perdón a mis hijos justamente por eso.
¿Cómo se toma el fútbol ahora en casa?
Mire, algo increíble ha sucedido conmigo que jamás me gustó el fútbol, pero ahora lo amo, es como que el fútbol me hace acuerdo de él, no sé si es honrarlo, es algo inexplicable. Hincha de Oriente, siempre fui, por si acaso (dibuja una sonrisa).
¿Qué personas han sido importantes en todo este tiempo?
Mis hijos, hermanas de mi iglesia cuyo respaldo ha sido del 101% porque estuvieron visitando a Carlos. Incluso mi pastora con una de las hermanas de mi iglesia estuvo allá, fueron a visitarlo, lo amaban; ellas se pagaron sus pasajes para verlo, además del apoyo de toda la familia de mi esposo que ha sido invaluable.
¿La sorprendieron?
Me di cuenta de que a Carlos lo quería mucha gente; usted sabe que cuando están en la cúspide todos son amigos, todos se quieren tomar fotos con él, pero cuando están caídos son muy pocos los que aparecen. Carlos tenía muchos amigos, los amigos de siempre estuvieron ahí, desde el principio. Cuando estuvo en la clínica lo visitaban seguido, no una vez, sino muchas veces, le seguían pidiendo consejos y bueno, en el proceso siempre le hablaban por teléfono. Hubo amigos que también fueron a visitarlo a Brasil, amigos de verdad que lo apreciaban muchísimo.
¿Era duro visitarlo en el penal de Palmasola?
Íbamos a verlo casi todos los días porque optábamos por salir a las 15:00 y podíamos entrar a las 16:30 y, salvando las entradas de revisadas y todas esas cuestiones que no dejan de ser antipáticas, valía la pena cualquier cosa por estar con él. Hasta que al involucrarme me dieron las famosas medidas sustitutivas y ya no pude ir a verlo. Desde junio que no pude visitarlo.
Poco después lo internaron en la clínica Incor...
La pierna ya estaba hinchada, el cáncer somatizó porque se trata de una enfermedad invisible. Cuando el tumor creció y le involucró el hueso, infiltró el uréter, ahí comenzó a tener problemas para sus necesidades. Antes se le subía mucho la presión, pero como él siempre fue hipertenso, nunca, jamás se nos ocurrió asociar eso con el cáncer. Y cuando nos dieron el diagnóstico para nosotros fue un golpe tremendo, no lo podíamos creer... porque el cáncer ya estaba bastante avanzado. Cuando le sacaron la glándula que tenía inflamada y le hicieron los cortes para ver si era cancerígeno, la conclusión fue que era cancerígeno.
¿Qué le dijeron los médicos en Brasil?
Que este proceso ilegal, esta impotencia, el sentirse él sin posibilidad de una defensa correcta, fue lo que caló profundo en su salud y cuando me metieron a mí, realmente eso... ¡Nunca pensé que le afectara tanto!. Nunca. Imagínese, yo apenas sé de pelota, solo por el hecho de ser la esposa de Carlos Chávez... la intención era que él se declare culpable y él dijo ‘nunca me voy a declarar culpable, es como que digan que yo asesiné, no he asesinado a nadie, por qué voy a decir que soy asesino’.
¿Nunca habló con él de que se autoinculpe para que se liberen de este momento?
Una vez le pregunté, aunque sabía la respuesta, y me dijo: ‘Nunca lo voy a hacer Tania, hasta el final voy a ir con mi inocencia porque soy inocente’. Incluso cuando había la posibilidad de que yo también entre, me preguntó si estaba dispuesta... y bueno, por algo estaba casada con él. Le dije ‘claro, qué vamos a hacer, no puedo huir porque tampoco he hecho nada, apenas sé de fútbol’. Ni me gustaba. Dios va a querer que no suceda y seguimos apoyándolo. Me dijo un día ‘sería lo último porque va contra mis principios. Cómo voy a declararme culpable si no he hecho nada, si todo lo que hice fue de forma correcta, lo único que he hecho es dedicarme al fútbol, dar mis mejores años para el fútbol’. Los contratos que trajo son tremendos, aumentó el ingreso para la FBF y los clubes. Todo eso está y se lo pueden preguntar a la gente que más sabe.
¿Qué les ha enseñado todo esto, a partir de 2015?
Esto que le voy a decir, es para todos. Siempre cuando hagamos planes, tenemos que decir ‘si Dios quiere’, porque una cosa son nuestros planes y otro, lo que Dios tiene previsto para nosotros. Esto nos ha hecho depender mucho más de Dios, aprender a perdonar a la gente que nos ha hecho tanto daño, incluso en la primera audiencia, yo sentí del Señor y le dije a Carlos: ‘Amor, perdonemos’, porque sabía que si no perdonábamos iba a ser aún peor para nosotros. Carlos me dijo que iba a perdonar, aunque obviamente una cosa es estar afuera y otra, adentro. Y la otra enseñanza es la unidad familiar. Yo le diría a las esposas amen a sus esposos, no se guarden nada, no peleen por burreras, disfruten el estar juntos, disfruten (le fluyen las lágrimas por sus ojos) el hogar que tienen. Porque cualquier rato se puede ir uno, solo Dios sabe cuándo uno se va a ir... Y ustedes esposos cuiden a sus esposas, cuídenlas, no se guarden nada, ámense, perdónense, porque la verdad que cuando uno se va no se puede hacer nada ni se puede decir nada. Así es que aprovéchense, de verdad (llora).
Estamos en su oficina, aquí en su casa, ¿cómo era él aquí?
Lo recordamos siempre con su short blanco, con su polerita, una persona supersencilla, hogareña que le encantaba jugar con sus hijos al fútbol. Nos metíamos a la piscina, aunque ahí no se hablaba de fútbol, llegaba a la casa y decía prohibido hablar de fútbol. Nos gustaba compartir juntos en familia, en eso nos parecíamos. Cuando viajábamos lo hacíamos en tropa. Era un hombre de muchas proyecciones, muy capaz, amaba lo que hacía, conocía lo que hacía, se sabía todos los reglamentos FIFA, los reglamentos del fútbol nacional, un hombre apasionado por todo lo que hacía.
¿Qué le encantaba leer...
Sí, tremendo para la cultura general, para ubicar países. Le encantaba preguntarles a mis hijos por las banderas de tal o cual país, ese era nuestro juego. ‘Qué color es la bandera de Finlandia’ les preguntaba de sorpresa, era nuestro juego. Mis hijos crecieron con eso.
¿Y en la comida?
Su majadito de charque, el churrasco. Teníamos muchos planes, ir a darnos una vuelta todos juntos, pero bueno, eran planes.
¿Quiere agregar algo más...?
(Llora) Que lo extraño mucho y mientras más han pasado los días, más se siente su ausencia. Se lo extraña mucho.
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