Impedido de dirigir desde el lateral de la cancha por una sanción, no halló mejor idea que “enjaularse” en la ambulancia del SAR, colocar allí un asiento pequeño y limitarse a seguir, de lejos, los pasos de sus futbolistas. No existía alternativa alguna. Se trataba del único modo de burlar las normas para alejarse de la frialdad que suponía “no estar” en el lugar y acercarse, en contrapartida, a la danza de su mejor amiga, la pelota.
Después del pitazo final, las lágrimas en su rostro. Luego de los 90 minutos, sus manos en la nuca, como queriendo aplicar presión y hacer que la nítida imagen no escapase en forma de espejismo. Zamora lo había conseguido. La suerte de desaprobación que generó en parte de la hinchada en diciembre de 2015, cuando esta entendía que era un DT modesto, quedó por el suelo. El profe se había metido en el bolsillo a todos.
Recordar la proeza (porque lo fue), de hace casi dos años, viene bien para poner sobre la balanza el pasado, uno que le mostró su mejor sonrisa, con el presente, que parece pesarle tanto que encuentra en el llanto su canal urgente y más a la mano.
Aquel hombre no es el mismo. No solo perdió peso luego de los dos infartos cerebrales que sufrió en noviembre de 2017 y que rompieron su regularidad como entrenador, cuando comandaba a Real Potosí. También su visión salió afectada. La familia ya gastó más de 25 mil dólares y debe otros 20 mil a la clínica Aranjuez de Cochabamba, por concepto de honorarios médicos.
Ni Brian, el hijo mayor del exgoleador del Cruz Azul (que a esta altura tomó el cargo de voceador del corazón de su papá), ni Sandra, la esposa del DT, saben cómo hacer para pagar la deuda. La acción más cercana es vender el auto que aún conservan. Con ese dinero podrán cancelar parte de la suma, pero el desprendimiento no alcanza. Tienen plazo hasta el 11 de este mes para abonar el dinero.
Incluso, debieron dejar el departamento en el que vivían para trasladarse a uno más chico que ahora ocupan gracias a una familia que no les mostró la espalda, como aseguran que suele suceder cuando las situaciones son críticas. “Ya no nos alcanzaba ni para el alquiler. Gracias a Dios, nos recibieron en esta casa. Nos dieron alojamiento para que pudiéramos quedarnos. A la familia que nos ayudó le debemos mucho”, contó Brian, tras la suerte de conferencia de prensa que los Zamora llevaron ayer adelante en el living del nuevo hogar.
A Wilstermann, el Negro le dio mucho. Así como en mayo de 2016 le sirvió aquel pase efectivo, ahora el entrenador (nacido en la misma ciudad que Lionel Messi) espera que la jugada regrese a sus pies y que sea la dirigencia del equipo la que le facilite la acción de gol. Esto, claro, no en cancha y sí en la vida diaria.
De momento, la colaboración no llegó. El clásico entre Aurora y Wilstermann que había comenzado a sonar a pocos días del infortunio de Zamora, al final no se llevó a cabo.
“¡Da mucha bronca! El único dirigente que creíamos que valía la pena era Grover Vargas. Se mandaron cartas para hacer el amistoso con Aurora, que nos iba a ayudar. Miraron para otro lado. Después del mal momento que estaba pasando Wilstermann, llegó mi papá y lo sacó campeón...por lo menos hubieran preguntado cómo está”.
Lloró el argentino cuando el Rojo salió campeón y lloró también ayer. No es fácil para su entorno verlo así. No obstante, sus hijos y su mujer conciben al jefe de la familia como un “milagro”, luego del 2 por ciento que los médicos de terapia intensiva le habían dado como esperanza de vida, en noviembre.
EL CHIQUI INTERCEDERÁ Brian contó que se comunicaron con Claudio el Chiqui Tapia, presidente de la Asociación del Fútbol Argentino (AFA), para obtener ayuda. Según el primogénito del ex Newell´s, el mandamás y amigo de Carlos Tevez les expresó que tomaría cartas en el asunto para que Real Potosí cumpla con sus obligaciones sobre aparentes deudas.
“Nos dijo que empezará a hacer los trámites legales a la Liga de Bolivia para que esa deuda no quede así. Estamos averiguando números de abogados para meter esto a la FIFA. Es una injusticia muy grande esto que le pasó. Le sucedió en medio de un partido. Es muy injusto que la gente de Potosí se haya lavado así las manos y que el señor Wilson Llanos no llame ni para preguntar cómo está”.
UN GUIÑO Y UN “ACÁ ESTAMOS” Luego de dar la conferencia, Julio se quedó sentado al frente de la mesa. En un gesto amable y alentador, dirigió un guiño discreto y dijo: “Acá estamos”. Esto, en señal de aliento.
Después se soltó y quiso conversar con Erlan García, de Planeta Deportes. En la charla, el argentino se quebró aún más y dejó en evidencia sus sensaciones.
Los Zamora necesitan de todos. Quienes gusten del fútbol y quieran retribuirle al crack lo que brindó en cancha, pueden contactarse con Marcos Zamora (60728257).
El Negro y su familia esperan que la dirigencia y todos los que puedan le tiendan una mano. Es hora de que la pelota vuelva.
Carrera
Como jugador, el Negro regaló su fútbol en países como Argentina, México, España y Bolivia.
Llegó a fichar en River Plate y también en Sevilla.
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