El 30 de noviembre, cuando la justicia determinó detención domiciliaria para el presidente de la Federación Boliviana de Fútbol (FBF), Rolando López, este “tomó la posta” que había dejado en el camino el titular de Wilstermann, Gróver Vargas, y se transformó en el segundo dirigente nacional que preside una entidad ligada al fútbol desde su casa.
Y no se habla de cualquiera, sino de la institución “madre” del balompié boliviano, aquella que, también, representa y rige el devenir de la Selección Nacional.
López, el cochabambino que cumple arresto domiciliario, ejecuta las mismas acciones que ejercía desde las oficinas de la FBF, pero lo hace sin salir de su hogar. Tendrá que continuar con esa modalidad hasta que acabe el proceso judicial que lo involucra en dos delitos: incumplimiento de deberes y daño económico al Estado.
El precedente más inmediato tiene al mandamás del Rojo como protagonista.
En agosto de 2015, Vargas (también representante de la empresa Foods Company) fue acusado por el caso de un contrato con supuesto “sobreprecio” para la Policía Boliviana.
Inicialmente fue enviado a la cárcel de San Pedro, en La Paz. Después fue trasladado a su casa, donde cumplió el tiempo de su arresto hasta hace tres meses, cuando pocos medios de comunicación se hicieron eco de la noticia que señaló su liberación.
Pese al conflicto, Vargas nunca puso fin a su mandato en Wilster y continuó con su presidencia desde su casa. En consecuencia, las reuniones importantes del club y las conferencias para la prensa se llevaban a cabo desde esos lares.
El panorama es distinto en el caso de los también dirigentes Kurt Reintsch y Carlos Chávez, extitular de The Strongest y exmandamás de la FBF, de modo respectivo. Ambos dieron continuidad a sus gestiones, pero detrás de las rejas.
En junio de 2014, Reintsch fue enviado al penal de Palmasola, en Santa Cruz, por una aparente estafa a los socios de la ya quebrada Cooperativa San Luis.
Un año más tarde (julio de 2015), Carlos Chávez fue acusado de delitos de organización criminal, uso indebido de influencias, legitimación de ganancias ilícitas, beneficios en razón de cargo, delitos tributarios y estafa con el agravante de víctimas múltiples.
Chávez fue desconocido en agosto del mismo año. Pese a su negativa, el cruceño tuvo que conformarse con la decisión asumida mediante un Congreso de la FBF, mismo que designó al potosino Marco Ortega como titular interino del ente federativo boliviano y colocó un punto final al mandato del oriental, que se aferró al cargo durante una década.
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