Pese a los esfuerzos por recuperar terreno y autoestima, la Selección boliviana de fútbol no ha logrado este año salir de su crisis permanente porque cuando no ha perdido en el campo lo ha hecho en los despachos de la FIFA con una sanción que le ha costado cuatro puntos.
Tras una nefasta participación en la Copa América Centenario que le costó el cargo al técnico boliviano Julio César Baldivieso, la entrada del argentino Ángel Guillermo Hoyos en agosto pasado no ha arrojado resultados inmediatos.
Hoyos se hizo con las riendas de la Verde para intentar la mejor lucha por una complicada clasificación para el Mundial de Rusia 2018, una competición en la que Bolivia no participa desde 1994.
El objetivo se anticipaba ya como una gesta, porque el argentino se encontró a la Selección con solo tres puntos de 18 posibles, producto de una victoria de local contra Venezuela.
El inicio de Hoyos fue esperanzador, ya que logró una victoria por 2-0 contra Perú en su debut y volvió de Chile con un sufrido empate sin tantos, un resultado con sabor a victoria contra el país que suma dos títulos consecutivos en la Copa América.
La alegría de los andinos duró poco, porque a este buen inicio le siguió una goleada de 5-0 a manos de Brasil y las primeras denuncias ante la FIFA por alineación indebida del paraguayo Nelson Cabrera, que disputó minutos en la segunda parte de los partidos contra Chile y Perú los días 1 y 6 se septiembre.
El 1 de noviembre, casi dos meses después de la infracción, la FIFA resolvió privar a Bolivia de los cuatro puntos ganados en el campo y dar los partidos por derrotas por 3-0 debido a que Cabrera, nacionalizado en 2016, no contaba con el tiempo de radicación en el país necesario para disputar partidos oficiales.
Para entonces la Verde había vuelto a sus horas bajas, tras sufrir en casa un empate contra Ecuador el 11 de octubre en un partido que empezó ganando 2-0 en la primera parte y en el que acabó sellando la igualdad al encajar un gol en el minuto 89.
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