Los viejos clásicos del fútbol paceño han de ser recordados
permanentemente por el “sabor” distinto que tenían. Por esa alegría sana
y desbordante que contagiaban a los miles de adictos de uno y otro
rival, que concurrían a alentar a sus favoritos.
Desde los tiempos del popular Negro Fernández hasta el “reinado” de
Chicho Navarro o Chupa Rivero, los “clásicos” fueron cambiando de
modalidad de aliento o de modalidad futbolística, pero nunca perdieron
la “sal y pimienta” de los espectáculos plenos de fervor partidario
tanto como de los “celestes” como de los “atigrados”.
De las espectaculares voladas de Vicente Arraya o los malabarismos del
Chingolo Orozco, hasta los duelos entre Fontana y Tamayá Jiménez,
pasando por los choques de fuerza y habilidad entre Ricardo Troncone y
Telmo Paredes.
La figura emblemática del Maestro Víctor Agustín Ugarte marca una de
las grandes épocas, antes y después del establecimiento del fútbol
profesional en La Paz y en Bolivia. Sus espectaculares goles y sus
maniobras de lujo fueron la atracción principal. Un poco más adelante en
el tiempo, los duelos entre Ovidio Messa y Waldino Palacios coparon la
atención de las multitudinarias hinchadas.
Imposible olvidar tampoco las atajadas de Luis Galarza ante las
punzantes entradas del Coqui Hirano, aquel delantero peruano que
acompañó a Urruti en la doble punta de lanza del ataque bolivarista.
Figuras como el Perro Rolando Vargas o Max Ramírez, que monopolizaban el
juego de medio campo y creativo en el plantel de los de Achumani. Los
duelos entre Vladimir Soria comandando la creación del medio juego
“celeste” y el Chocolatín Ramiro Castillo. Figuras excelsas en el manejo
de la pelota y puntales en el aporte a sus líneas ofensivas.
Quién podría olvidar los partidos entre bolivaristas y stronguistas
cuando eran estrellas de sus equipos Chichi Romero y Sergio Luna. La
fuerza y calidad de Eduardo Angulo por un lado y la destreza del
Guillotina Baldivieso por el otro.
El argentino Jorge Lattini le hizo un golazo a Bolívar en uno de los
clásicos jugados en la década de los 70 y y llegando a los 80. En jugada
magistral le hizo pasar la pelota por sobre la cabeza del gran zaguero
Ricardo Troncone de Bolívar y la recogió antes de que picara en el área
rival para encajar una espectacular volea en el aire y derrotar a Arturo
Galarza, arquero de los celestes. Habrá que recordar también los goles
que hizo Ovidio Messa vistiendo una y otra casaca en diferentes
oportunidades.
Los arqueros fueron, en todas las épocas, atracción de los partidos
entre aurinegros y celestes. Comenzando en la época amateur, el gran
Vicente Arraya, la Flecha Andina, evitando goles en espectaculares
intervenciones y el arquero de Bolívar Wálter Saavedra en duelos
recordados. En las mejores épocas de Bolívar, Carlos Conrado Jiménez,
frente a un coloso en el arco atigrado, Luis Galarza. Ambos fueron
guardametas de las selecciones nacionales.
Ramiro Blacutt, puntero de fuerza, habilidad y potencia por un lado y
el Tanque Juan Américo Díaz, por el otro, goleadores importantes en esos
partidos de la época moderna del futbol paceño, porque hay que
considerar que los enfrentamientos entre los dos grandes rivales
comenzaron en la época del fútbol amateur controlada por la Asociación
de Fútbol de La Paz y continuaron con la creación de la Liga en 1977.
Imposible olvidar las gestiones de dos extraordinarios dirigentes de
ambos clubes. Don Rafael Mendoza Castellón por un lado y Mario Mercado
por el otro. Uno, gestor fundamental del Complejo de Achumani y el otro
pilar del estadio de Bolívar y del Centro de Bolívar en Obrajes. Ambos
tuvieron la grandeza y caballerosidad en esos enfrentamientos. Como
genial peculiaridad, habrá que mencionar la costumbre de los desafíos
antes de cada partido clásico oficial. Eran botellas de whisky las que
premiaban al ganador. ¡Cuánta falta hacen al fútbol nacional dirigentes
de esa categoría!
Óscar Sánchez participó en “clásicos” luciendo las dos divisas.
Jugador de entrega total en el campo de juego, fue tanto para Bolívar
como para The Strongest una pieza vital. Inolvidable por su vitalidad,
su fuerza y su clase. Nos dejó casi en plena actividad futbolística.
Carlos Di Lorenzo fue otro caso de la defensa de los dos colores, en
diferentes épocas, dejando una estela de calidad que pocos extranjeros
pudieron concretar a su paso por las canchas bolivianas.
Ovidio Messa tuvo la fortuna de ser partícipe de partidos entre
bolivaristas y stronguistas vistiendo los dos colores. Marcó goles y
defendió sus ocasionales colores con la misma pasión. En esa lista está
Jesús Reynaldo entre los años 70 y 80, alma de goleador sea cual fuere
su divisa en esos enfrentamientos.
Marcos Sandy, tuvo dos colores para defender: Enrique Happ, el club que
lo formó y Bolívar. Sus actuaciones fueron fundamentales para el éxito
en muchos partidos entre los tradicionales rivales.
Y la nómina de figuras, jugadas, hechos raros, de partidos, de
árbitros, técnicos y dirigentes, es inacabable. Imposible cubrir todo,
en recuerdos imborrables de las jornadas de clásicos de antes, de ahora y
de siempre. La magia del periodismo conjuga lo más saliente, los de
mejor recuerdo. Imposible lo demás. Posible sí, haber vivido una
historia de esta naturaleza para transmitir lo mejor y, por sobre todo,
honor al clásico paceño de todos los tiempos.
Tito de la Viña, destacado periodista vinculado hace muchos años al
deporte, es Premio Nacional de Periodismo 2008. Autor de varios libros
de la historia del deporte boliviano.
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