Vestido con ropa de dormir el anciano se asomó a la habitación de su nieto de 15 años, quien estaba de visita en Cochabamba.
El abuelo notó algo inquieto al joven, entonces le preguntó: ¿Qué pasa, no puedes dormir? El nieto le contestó: No, estoy afligido porque ayer en la escuela no paraban de decir que la selección boliviana siempre fue la más débil, en Sudamérica.
El abuelo se tomó la cabeza, dio media vuelta y se dirigió a su pequeña biblioteca, sacó un libro grande con forro verde y se dirigió hacia la habitación de su nieto y le dijo: te voy a contar la hazaña de uno de los mejores jugadores de la historia, en Bolivia. Él fue protagonista de un gran logro en el país, porque al igual que ahora, en 1953, antes de comenzar el Sudamericano en Lima, Perú, muchos decían que Bolivia era uno de los equipos más livianos en el continente. Pero Víctor Agustín Ugarte, más conocido como ‘El Maestro’ se encargó de tapar la boca a los anfitriones, quienes eligieron al rival más “débil” para debutar en casa con victoria, y de paso inaugurar su monumental estadio Nacional.
El anciano se sentó al borde de la cama, abrió el libro, hojeó hasta la página 79 y comenzó el relato: “A pesar de haber ocupado el penúltimo lugar en la tabla de posiciones de ese campeonato, un episodio marcó el mejor recuerdo que tienen los hinchas de Bolivia de su selección, obviamente después del título obtenido en 1963, y es el campanazo dado por Bolivia en el partido inaugural del torneo que coincidía con la inauguración del estadio Nacional de Lima. Perú escogió a Bolivia, considerado junto a Ecuador, el equipo más débil del campeonato”.
Hizo una pausa, cerró el libro, miró a los ojos a su nieto y le dijo: todavía recuerdo ese relato peruano por el radio, el partido comenzó a las 20:30, los periodistas comentaban que unos 45 mil espectadores colmaron las graderías del nuevo estadio, y que varios se quedaron fuera, sin localidades porque las mismas se agotaron días antes.
La noche comenzó con una ceremonia inaugural, durante el desfile las siete delegaciones participantes hicieron su paso con banderas deportivas en medio de aplausos de las multitudes. Participaron de este Sudamericano: Uruguay, campeón mundial (1950); Brasil, campeón Sudamericano (1949) y panamericano; Chile, Bolivia, Ecuador, Paraguay y los anfitriones, Perú. En el acto estuvo el presidente peruano, Manuel Odría, quien encabezó el desfile. Al finalizar, la banda militar entonó el himno de su país que fue coreado voz en cuello por los peruanos.
Según comentábamos con un amigo, Hernán Maldonado, en ese tiempo teníamos que escuchar las transmisiones de las radios peruanas, confiar en los despachos cablegráficos y tratar de desmentirles cuando aseveraban que teníamos por futbolistas a unos pataduras. Pero esa noche, los periodistas peruanos no discutían quien ganaría, si Perú o Bolivia, sino por cuánto ganarían los rojiblancos.
Recuerdo que esa fresca noche Bolivia formó con: Eduardo ‘Chemo’ Gutiérrez, en el arco; Eduardo González y José Bustamante; René Cabrera, Guillermo Santos y Edgar Vargas; Víctor Brown, Víctor Agustín Ugarte, Hilarión López, Mario Mena y Ricardo Alcón. DT: César Vicino, de Italia. Mientras, Perú alineó con: Rafael Azcar; César Brush y Guillermo Delgado; Luis Calderón, Rafael Goyoneche y Cornelio Heredia; Gilberto Tórrez, Roberto Drago, Roberto Castillo, Guillermo Bardillo y Luis Navarrete. DT: Ángel Fernández, de Argentina.
Todavía tengo en la memoria el relato y los comentarios de los periodistas. Ellos decían que en la primera parte Bolivia jugó a pases largos con fallas en los remates, mientras los peruanos estuvieron desorganizados en defensa y ataque, fallando repetidas situaciones de gol.
En el segundo tiempo, el conjunto nacional, que lució por última vez casacas blancas, no hizo ninguna variante, pero el rival sustituyó a Bardillo por Baezza. Ellos (por los cronistas) decían que Bolivia se defendía con todo ante los férreos ataques del local y cuando todo apuntaba a un empate 0-0, en el minuto 41, Ugarte enmudeció a todo el estadio Nacional y anotó el (0-1). Sin embargo, algunos periodistas desde Perú informaban que el gol había sido otorgado a Calderón, por enviar el balón a su propio arco, empero esta hipótesis fue varias veces desmentida por los bolivianos.
Aquella noche cargué mi radio, la besé y poco faltó para que cantara el himno nacional yo solo en medio de la sala. Por la emoción me costó conciliar el sueño ese día. Repetía para mí mismo: “U...gar...te, U...gar...te, U...gar..te”.
El abuelo suspiró y nuevamente abrió el libro, esta vez en la página 80 y leyó el comentario del periodista Luis Vidal (corresponsal de la United Pres) para el periódico El Diario: “Un partido deslucido porque careció de técnica y el fútbol asociado brilló por su ausencia, fue la iniciación del torneo Sudamericano esta noche en el estadio Nacional. Perú al que creía seguro ganador, cayó por 0-1”.
El anciano cerró el libro escrito por Carlos D. Mesa, ‘La Epopeya del Fútbol Boliviano’, miró a su nieto y le dijo: por eso nunca debemos perder la fe en nuestra selección, algún jugador nacional podría emular lo que hizo el ‘Maestro’ Ugarte hace 63 años que calló a los escépticos y nos regaló un histórico triunfo.
Según Mesa, muy a su pesar los limeños tienen que leer una y otra vez una placa de bronce a la entrada del estadio Nacional que recuerda que el boliviano Víctor Agustín Ugarte anotó el primer gol en ese campo de juego.
Cambio de casaca
Según Carlos Mesa, en su libro ‘La Epopeya del Fútbol Boliviano’ la verdadera historia de la casaca verde de Bolivia inicia después de la actuación en el Sudamericano Perú 1953. Señala que de ahí en adelante Bolivia usó poleras combinando los colores verde y blanco, que hasta ahora permanecen en el combinado nacional.
Campaña
Tras la victoria (0-1) de Bolivia ante Perú, en el debut del Sudamericano de 1953, el combinado nacional perdió 0-2 contra Uruguay; después cayó goleado contra Brasil por 8-1, posteriormente consiguió un empate 1-1 con Ecuador, una derrota con Paraguay 2-1 y finalmente cerró su participación con un empate 2-2 con Chile. Paraguay sacó ventaja ante los cariocas y consiguieron el título del torneo.
En aquella época se otorgaba dos puntos al ganador y uno por empate.
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