Sea Sport Boys o Bolívar el campeón, Carlos Romero va a estar igual feliz. El actual presidente del equipo cruceño, líder del campeonato Apertura, es un hincha bolivarista, aunque hoy le toca estar en la vereda de enfrente. “Yo soy bolivarista, eso lo sabe todo el mundo; pero ahora mi compromiso es con Sport Boys”, dijo en marzo, poco después de haberse convertido en dirigente del fútbol al mando del conjunto de Warnes.
Hace solo dos años, en su despacho del Ministerio de Gobierno (entonces era titular de esa cartera, adonde ha regresado) las imágenes alusivas a Bolívar adornando el lugar lo decían todo. Incluso para una nota que le hizo Marcas Plus de La Razón (publicada el 1 de julio de 2013) no dudó en ponerse la camiseta de la Academia, unos días después de que ésta celebró un nuevo título.
En marzo de este año, poco después de haber sido elegido senador por Santa Cruz, en representación de su partido, el Movimiento Al Socialismo (MAS) (aunque luego dejó ese cargo para volver a ser Ministro de Gobierno), aceptó ser presidente de Sport Boys.
“Bolivarista desde los ocho años”, cuando comenzó a ir a los estadios llevado por su padre —un aficionado celeste (“supongo que es hereditario, porque él era hincha de Bolívar”, declaró en 2013)— Romero también es “un apasionado por el fútbol” y por eso —dijo— aceptó hacerse cargo del equipo de Warnes.
“Por las circunstancias que se han dado. No es que yo he buscado la dirigencia del fútbol, tampoco la de Sport Boys en particular. Lo que pasa es que el club ingresó en una profunda crisis institucional debido a que se vio seriamente debilitado” (Marcas, 9 de marzo).
La idea, cuando comenzó su gestión al frente de su “nuevo amor”, era la de ayudar a Santa Cruz a mantener un cupo en la máxima categoría del fútbol profesional. O sea, escaparle al descenso. “Soy optimista y si salvamos la categoría, al mismo tiempo transicionalmente veremos cómo le damos una sostenibilidad al equipo”.
Nueve meses después de haber afirmado eso, el lunes por la tarde, en el camarín de su equipo en el estadio de Warnes, festejaba con cuerpo técnico y jugadores una nueva victoria (el polémico 1-0 sobre Real Potosí, con un gol concedido por el árbitro Hostin Prado, pese a que antes había pitado y parado la jugada para cobrar un penal) que lo acercaba más a conquistar la corona. El dirigente —eurófico en la celebración— incluso ya se ha aprendido la letra de una canción de Sport Boys, aunque el “Celeste, si quieres celeste” no lo ha olvidado, solo lo ha hecho a un lado por un tiempo.
Los datos
No es igual
Aunque comparte con los dirigentes del fútbol, su situación de Ministro de Estado lo hace diferente: Hace unos días, en La Paz, primero entró al salón su seguridad, revisó y dio el visto bueno para que ingresara él. La gente del fútbol lo esperaba.
Le ‘roba’ a su trabajo horas para el fútbol
Cuando asumió como presidente de Sport Boys, Carlos Romero aseguró que no iba a mezclar el fútbol con la política, a la que está ligado como integrante de su partido, el MAS, y ministro de Gobierno. “Para nada he conversado para esta decisión con gente del ámbito político y no pienso entremezclar lo futbolístico con lo político, porque sería un error”, sostuvo en marzo.
Ante insinuaciones que hubo hace días en el ámbito dirigencial, incluso se enojó con el presidente de The Strongest, César Salinas, y le pidió explicaciones. Según los dirigentes del club de Warnes, todo el manejo es con base en un presupuesto apoyado por los sponsors, sin un peso del Gobierno.
Lo que no le impide a Romero “robarle” de tanto en tanto toda una tarde —como ocurrió el lunes— a su función de ministro para convertirse en presidente de su club e ir a ver a su equipo jugar un partido. Es habitual verlo llegar a las prácticas de Sport Boys en su vagoneta ministerial e incluso con gente de seguridad, dado su cargo, ya sea a una práctica o a una reunión de fútbol.
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