Asumir como presidente de un club de la Liga en Bolivia es como ponerse una soga alrededor del cuello. La difícil situación económica de las entidades le genera, a quien se anima, muchos problemas y pocas alegrías. Los dirigentes no solo arriesgan su patrimonio, porque tienen que poner dinero de su bolsillo, sino que está en juego hasta su libertad.
Hoy, cuatro de los 12 clubes ligueros no tienen presidente y funcionan “en automático”. El resto tiene un mandamás, pero el que está soporta la difícil carga haciendo peripecias.
La presidencia de un club se volvió una pesada cruz que nadie quiere cargar. Las deudas son muchas, los gastos son inmensos y los ingresos casi nada. “Con Choco (Miguel) Antelo hablamos de lo ingrata que es la dirigencia. Vimos quebrar a muchos amigos y ahora nadie se acuerda de ellos, por eso ya no quieren ser presidente ni dirigente”, dice José Ernesto Álvarez, al mando de Oriente, club que acaba de cumplir 60 años.
Como Álvarez, otros dirigentes de clubes explican algunas de las causas para no seguir en el fútbol. Gran parte apunta a las “planillas millonarias” de los equipos que hay que cubrir, las deudas que se arrastran, sopesar conflictos con entrenadores, soportar actitudes de jugadores, la falta de apoyo y la nula comprensión de la afición.
San José de Oruro ni siquiera ya cuenta con un directorio, tras la renuncia de todos sus dirigentes. Ante la situación, una asamblea llamó a elecciones para el sábado 14, esperando que alguien se postule y tome el fierro caliente.
En Real Potosí el vicepresidente Daniel Ordóñez dice sin tapujos que en la Villa Imperial nadie quiere asumir por la pesada deuda que el club arrastra. “Además las constantes amenazas de impuestos, de los acreedores y otros ahuyentan a quien podría tener algo de recursos. No sé si a fin de año tendremos presidente”. Hasta hace tres semanas el titular era el gobernador de Potosí, Juan Carlos Cejas, pero en su corto mandato no hizo nada.
En Sucre, Universitario tampoco tiene presidente. El club es manejado por la FUL (Federación Universitaria Local) y la Asociación de Docentes de la Universidad Mayor de San Francisco Xavier. La presidencia estatutaria del rector, Eduardo Rivero, es simbólica. “Ni estudiantes ni docentes tenemos ambición y recursos como para administrar el club. Estamos en busca de una persona con dinero y bastante capacidad en lo administrativo”, según Isaac Tejerina, secretario ejecutivo de la FUL.
En Petrolero de Yacuiba, el lunes renunció Florencio Vargas. “Cada mes debemos reunir $us 50.000, pero no había apoyo efectivo de otros dirigentes que se comprometieron, por eso decidí irme, porque para una sola persona es mucha carga”, asegura.
Hay clubes con cierta estabilidad por la capacidad económica de su presidente, es el caso de The Strongest con César Salinas, quien asegura que el estar al mando de un club es un gran honor y orgullo, pero que al mismo tiempo implica una gran inversión personal. “A veces desmotiva porque la afición no valora que uno incluso arriesga su patrimonio personal y esa ingratitud seguro hace que otros se alejen de la presidencia”.
Para Carlos Romero, presidente de Sport Boys y ministro de Gobierno, asumir la conducción de un club es un privilegio, pero al mismo tiempo es de gran responsabilidad. “Es entender a un grupo heterogéneo, hay gastos diarios, es hacer gestión porque el presupuesto siempre se supera y no se cumple, es replantear objetivos y pese a todo, no siempre salen las cosas como uno quiere”.
Lo que uno pone lo pierde
Por el club
La mayoría de los dirigentes que asume como presidente de un club está consciente de algo: tiene que poner dinero de su bolsillo para hacer sostenible su gestión y despedirse de él para siempre, pues casi nunca lo recupera.
Mal Mamani
César Salinas, de The Strongest, criticó la postura de Wálter Mamani, expresidente de San José, quien le inició un juicio al club que presidió. “No es leal cobrarle a tu club cuando sabes que invertiste a fondo perdido. Me apena por Oruro”, dijo el atigrado.
Hipotecas
En la intimidad de la directiva de Real Potosí hubo el caso de un dirigente, quien para en su momento solventar el viaje del equipo a Uruguay por la Copa Sudamericana, hipotecó un bien inmueble y ahora espera el dinero de Conmebol para salvar su propiedad.
Salvado
Sport Boys andaba mal hasta que apareció Carlos Romero. Si bien el actual presidente no se considera un hombre adinerado, cuenta con respaldo de empresarios para hacer sostenible el manejo del club.
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