CON QUIÑÓNEZ. Mauricio Soria conversa con el golero titular de la Selección, en una pausa en el trabajo.
La selección boliviana de fútbol con Mauricio Soria en la conducción ha cumplido una etapa de reconstrucción de juego y estilo, por eso, como nunca antes en la Copa América, se vio en el partido con Ecuador una idea fundamental consistente en hacer un fútbol de igual e igual con ataque permanente y con la decisión de presionar durante todo el partido; estamos en una etapa experimental sin resultados esperados y eso ha generado una inquietud en los formadores de opinión que antes de analizar el propósito del cambio de estilo lanzaron advertencias del riesgo que supone esta preferencia del entrenador. En este discurso se habla que atacar permanentemente y jugar de igual e igual es un riesgo desmedido e innecesario, es decir “solo nos sirve ganar” y lo hacen sin ningún fundamento, lo hacen con desprecio de las formas que está intentando crear el técnico de la selección, se trata en realidad de una trampa de aquellos que postulan a la victoria como fin de sí mismos y lo hacen como si los otros, los que prefieren otros caminos a la búsqueda del triunfo, se olvidarán del resultado, de desligarse de los modos que emplea la selección en procura de la victoria; significa que cualquier sistema, cualquier recurso o cualquier estilo representa lo mismo. Por eso, una pretensión como la de Soria se la presenta como algo que genera pánico. El fútbol es un derivado de la vida cotidiana, ¿quién tiene paciencia en estos tiempos?. Hablar de cambiar la forma de jugar es pensar en el mediano y largo plazo, pero tenemos el pensamiento totalmente invertido, por eso, se consagra la idea que primero se gana y después se intenta jugar al ataque. Jugar al ataque, entonces, aparece como un adorno del resultado y no algo sustancial que es lo que siente Mauricio Soria; el mensaje que lanzan los creadores de opinión, además de ser desalentador es falaz, porque presenta como muy riesgoso el aspecto de cómo atacar frontalmente, solo quieren lo que temíamos permanentemente, el ataque como la reducción a la segunda jugada, después el pelotazo a la obtención de un rebote fortuito. Este grupo que lo presenta como todo calculado aspira a no economizar recursos, a no tomar atajos para alcanzar el objetivo, a no justificar pelotazos para que el balón se aleje de la zona media. Sino a tratar de no traicionar nunca la forma de jugar, porque las formas que ha mostrado la selección boliviana apunta que el equipo consiga ser superior en el mediocampo y en el ataque, que los delanteros reciban siempre bien perfilados y que tenga un buen abastecimiento de los mediocampistas, porque esa ventaja se consigue con trabajo, con partidos y con funcionamiento colectivo. Entonces es un riesgo que el equipo pierda eventualmente pelotas en la zona de transición y los delanteros de rato a rato queden aislados, que queden siempre incómodos porque los rivales que hemos enfrentado y vamos a enfrentar son de mucha jerarquía en el funcionamiento colectivo e individual.
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