Hace 20 años cambió la vida del fútbol nacional. Una nueva cabeza en la Federación Boliviana de Fútbol (FBF) manejó un proyecto que fue la base para que la selección nacional se clasificara a un Mundial —el de Estados Unidos 1994— por mérito propio por primera vez. Después de ese logro no hubo ningún otro de ese tipo en las siguientes cinco eliminatorias mundialistas, incluida la actual. El próximo jueves 19, el país recordará el partido Ecuador 1-Bolivia 1, que fue el de la clasificación.
— ¿Cómo empezó ese proceso hace 20 años?
— Yo fui vicepresidente de Fútbol de Bolívar con Mario Mercado por casi diez años, cuando generamos lo que se llamó ‘La década prodigiosa’, ganando siete campeonatos anuales, lo que nos permitió despegarnos de los otros equipos y nos posicionamos entre los mejores de la Copa Libertadores. La FBF convocó a elecciones y varios dirigentes cruceños, especialmente (Luis Marcelo) Dicky Roca, de Oriente, propusieron mi nombre para presidente. Preparé un proyecto y lo presenté a la Liga y luego a las asociaciones en el Congreso de Sucre el 29 de septiembre de 1992. No hubo necesidad de votación, me nombraron presidente por aclamación. Ahí empezó todo.
— ¿Cómo era la Federación?
— Era una especie de cancillería del fútbol boliviano, era el nexo entre los clubes y la Conmebol, manejaba poco o nada, tenía una casa vieja en Cochabamba, vivía de su alícuota de las recaudaciones y de la venta de los derechos de televisación. Su organización era penosa. Las selecciones eran ad hoc, se nombraban algunos dirigentes para conducir un proceso de eliminatorias o Copa América, se trabajaba un mes y a otra cosa.
Así recibí la FBF, acompañado de (Wálter) Chacho Kreidler, Willy Soria, Mauricio González y Javier Caballero; a ninguno de ellos había conocido antes, no teníamos ni un peso y había 300.000 mil dólares en deudas, incluyendo impuestos de la eliminatoria de 1989.
Después comenzamos a trabajar, yo presté un piso de oficinas en La Paz para la FBF y allí armamos un staff con un personal de apoyo rentado y dirigentes ad honorem. Rayamos la cancha con el Comité Ejecutivo, contratamos arquitectos para hacer el proyecto de terminación del edificio y entramos a planificar las eliminatorias que estaban a sólo seis meses y no teníamos nada.
— ¿Cómo fue la decisión de contratar a Xabier Azkargorta?
— Era una de las decisiones más importantes y prioritarias. Por ello, personalmente realicé las gestiones para intentar traer a Xabier Azkargorta, quien había dirigido durante nueve años equipos de Primera División de España, además de ser médico de profesión; se tenía la seguridad de que su perfil y formación profesional le permitirían entender, aprender y manejar con solvencia las singularidades de los jugadores y del país. Al ofrecerle el cargo le expliqué detalladamente el proyecto para buscar clasificar en el único grupo que tenía cinco campeonatos mundiales. Asimismo, con gran temor y recelo, le comuniqué los montos que manejaba la FBF para el técnico, consciente de que aunque representaban un gran esfuerzo, eran muy bajos para los estándares europeos. Sin embargo, Azkargorta privilegió el desafío antes que el dinero y manifestó que le interesaba el proyecto y que se le enviara tres pasajes para conversar personalmente. Ahí empezaron los conflictos porque la FBF no tenía en sus arcas ni un solo peso, pero sí muchísimas deudas, de modo que tuve que correr con todos los gastos para que el entrenador viniera a La Paz acompañado de su representante y del empresario Manolo Esteban. Se invirtieron muchas horas diseñando el proyecto y hablando de fútbol y solamente unas pocas de dinero hasta firmar el contrato y también pagar la primera cuota del mismo, las comisiones al empresario, quedando hasta el día de hoy los cheques personales de Guido Loayza como testimonio mudo de un pasado. Fue muy doloroso que, a pesar del esfuerzo, la recepción a quien luego sería el técnico más querido por el pueblo, no fuese la más cordial; las críticas se multiplicaron: “Sólo a un dirigente benjamín e inexperto se le puede ocurrir traer a un español después de 500 años”, “Loayza nos ha traído como técnico de la selección a un ilustre desconocido” y otras tantas que, después de los triunfos, fueron cambiadas por grandes alabanzas y que hoy son motivo de antojadizas versiones.
— Hubo un paro de futbolistas en la Liga, que canceló su torneo. ¿Es verdad que esto favoreció a la selección?
— A lo largo del proceso encontramos grandes problemas. El primero fue la huelga, hicimos grandes esfuerzos para que se solucione negociando con Limbert Cabrera, representante de los futbolistas y los presidentes de los clubes, pero las posiciones de las partes eran irreductibles, los presidentes no dieron brazo a torcer y decidieron que habida cuenta de la huelga no había campeonato. Esto fue un golpe muy duro para la FBF donde había muchas voces para que la misma pida a la Conmebol que dé licencia a Bolivia para las eliminatorias del 93.
Yo personalmente, en contra de la opinión de varios miembros del Comité Ejecutivo, fui a pedir a Limbert Cabrera que me aclare si la huelga también abarcaba a la selección y él aceptó que podía trabajar. Sin embargo, para Xabier Azkargorta era una situación inaceptable porque no podía entender que los jugadores estén tres meses entrenando sin competir, que es la base del éxito deportivo. Tuvimos entonces que buscar sobre la marcha una solución: ir al Centro de Alto Rendimiento de Barcelona, se hicieron las gestiones para conseguir becas a través del entonces embajador de España Carmelo Angulo, Xabier hizo múltiples gestiones para acceder a los centros y así, a pesar de las innumerables críticas, cruzamos el charco con una mano atrás y otra adelante, con los pocos fondos que nos daban mi chequera y los préstamos de Xabier Azkargorta. Allí se trabajó con mucha seriedad y empezamos a entrenar y competir todos los días.
Sólo a un ignorante en fútbol puede ocurrírsele que una huelga deportiva beneficie a los intereses competitivos de cualquier equipo. Primero, cómo un entrenador nuevo sin demasiados antecedentes del fútbol boliviano puede conocer y evaluar a jugadores si éstos no participan en ningún campeonato; segundo, cómo pueden estar los jugadores en ritmo futbolístico si no compiten. Lo que sí podemos decir es que con imaginación y decisión convertimos una seria desventaja en una eventual ventaja.
— ¿Qué vino después?
— Desde el principio entramos a competir, en la India, en Centroamérica, en España, Paraguay, hasta jugar la Copa América en Ecuador donde perdimos por la mínima diferencia con el campeón Argentina y empatamos con el segundo y tercero, México y Colombia. Luego iniciamos la andadura al mundial con Venezuela, que había hecho una gran Copa América, y le ganamos 1-7 en lo que es hasta hoy la mayor goleada de visitante. El resto lo tenemos todos tan presente, hasta el partido del 19 de septiembre de 1993 en Guayaquil, cuando el árbitro Jairo Toro decretó la clasificación de Bolivia al Mundial.
— En el camino se presentaron otros problemas. ¿Qué hizo la FBF cuando Miguel Rimba dio positivo en un antidopaje?
— Ésta fue otra prueba de fuego de la capacidad de reacción de la FBF. No se habían acallado los vítores por el triunfo ante Brasil, cuando llamó Blatter para anunciarme que habían dado positivo las muestras de Zetti y de Rimba. Se debía armar una defensa en tiempo récord, trabajamos sin parar y convertimos las oficinas de la FBF en un gabinete de análisis y redacción con expertos en derecho internacional que veían la Convención de Viena, ingenieros químicos, gente experta en estupefacientes, expertos en coca de la Universidad de San Marcos de Lima, laboratorios, institutos de química y bioquímica; con ellos y otros colaboradores armamos un tremendo documento de tres kilos y medio muy bien argumentado y respaldado que cubría los ámbitos histórico, cultural, médico, social y jurídico. Muy temprano, el 6 de agosto del 93, llamaron Zetti y el presidente del Club Sao Paulo para agradecer porque la FIFA por primera vez había levantado una sanción de este tipo, nos dijeron que gracias a la gestión de la FBF se había salvado la carrera de Zetti, pues la Federación brasileña nada había hecho excepto separarlo de la selección. El día de la trasmisión del mando en Bolivia se llenó de la hoja de coca, Fidel Castro tomaba un mate en el balcón, el New York Times comentaba que el fútbol le había dado la victoria más grande a Bolivia en la lucha “coca no es cocaína”.
— ¿Cuánto ganaba Azkargorta y qué condiciones les ofreció a los jugadores?
— Xabier aceptó el desafío de dirigir la selección por un sueldo de 5.000 dólares mensuales, una prima de 50.000 dólares, premios, una casa y un coche. Los jugadores aceptaron un ingreso de 20 dólares diarios adelantados. Las cosas mejoraron para ellos a medida que fueron llegando los resultados y los ingresos, y terminaron ganando cada uno un promedio de 140.000 dólares en total.
Yo fui un irresponsable y puse mi dinero para arrancar todo el proceso, se pagaron como 50.000 dólares para la selección Sub-20, el contrato del técnico, a Manolo Esteban, pagos a jugadores, pasajes hasta un monto de 170.000 dólares. Nosotros teníamos la ferviente creencia de que todo iría bien y que ese dinero se recuperaría, afortunadamente trabajo y pasión entregados dieron frutos.
Es paradójico que Carlos Chávez hoy me acuse de que soy el único presidente que no pongo plata, cuando todos saben cuánto puse en la gestión de Mario Mercado, en la federación, en la única gestión federativa que no recibió ni un solo dólar por derechos de Tv y ahora en el Bolívar antes del inicio de las operaciones de BAISA. En cambio Chávez no ha puesto ni un solo peso, ha recibido varios millones de dólares de derechos de Tv y ahora se dedica a sacar plata de su curul en la FBF y en la Conmebol.
— ¿Por qué, después del éxito, usted y su equipo no se animaron a seguir en la FBF?
— Yo no vivo y nunca viví del fútbol. Dejé la gestión más exitosa de la FBF con Bolivia como el cuarto equipo de Sudamérica para dedicarme a mis labores profesionales, a las que había abandonado por dos años y de las que obtengo el sustento diario. Al contrario de Carlos Chávez, que hoy al revés se quiere perpetuar en el cargo, ya que su único medio de vida es el fútbol y ni si quiera dándole dedicación y pasión, sino alimentando al fútbol de fracaso tras fracaso.
— ¿Cómo cambió la vida de la FBF tras la clasificación?
— Fue un antes y un después. Antes era la Cancillería y gerenciaba la pobreza, hoy tiene poder y dinero. En los últimos 20 años después del Mundial han ingresado más de 40 millones de dólares, (los dirigentes) no han tenido logros deportivos, ni han generado infraestructura y ni siquiera han pagado los impuestos. ¿Qué han hecho con los 40 millones?
— ¿Qué dejó su gestión en la FBF que pudiera ser aprovechado después?
— Dejó muchas cosas positivas. Una FBF saneada, sin ninguna deuda con un contrato televisivo intacto por 10 millones de dólares; una selección a nivel futbolístico armada, de excelente nivel, con jugadores con más de 50 partidos internacionales, más de 12 jugadores del equipo en el exterior; una marca de exportación, ya que cantidad de equipos querían medirse contra Bolivia pagando muy buenas sumas; un aura de orgullo y optimismo, un equipo situado en los 24 más representativos del mundo, además del edificio de la FBF, y las oficinas en La Paz y Santa Cruz. Creo que a nivel deportivo, económico/financiero, marketing, infraestructura y en relación con el pueblo y los aficionados se dejó una FBF en posición inmejorable. Lástima lo que ocurrió de ahí en más, donde nadie pensó en seguir las razones no deportivas del éxito deportivo. Bolivia volvió a fracasar rumbo a Brasil 2014.
— ¿Qué debe hacer el fútbol boliviano para mejorar?
— Lo primero que debe hacer es defenestrar a la cúpula de la federación que después de siete años ha mostrado que no tiene ni ideas ni pasión para hacer fútbol, sólo siembra fracasos. No solamente nos viene arrastrando al precipicio, sino que por primera vez en 88 años de historia de la FBF nos ha convertido en los peores del fútbol sudamericano. Chávez no genera ilusión permanente de futuro, tampoco alegrías efímeras de presente, finalmente arremete contra el imaginario colectivo del pasado. Como no puede entregarle al boliviano logros que eleven su autoestima se esmera en el fácil expediente de mentir y calumniar para destruir todo lo bueno del pasado.
— Unos piden que el Gobierno intervenga en el fútbol y otros que intervenga al fútbol, ¿usted qué opina?
— Pienso que la participación del Estado no sólo es deseable sino importante, pero no dejemos confundirnos de que la solución debe venir de ahí. Esa posición transitiva de la culpa es la que utiliza la FBF para enmascarar su incapacidad.
— El próximo será un año de elecciones en la FBF, ¿qué propone usted?
— Movilizar a todos los sectores de la ciudadanía para que no se consuma otra vez la sinrazón de volver a poner a Chávez al frente de nuestro fútbol después de siete años de fracasos con el solo mérito de conseguir a través de canonjías los votos necesarios para eternizarse y medrar de la ilusión del pueblo.
— ¿Puede usted ser un candidato a la presidencia?
— No, yo ya no seré candidato, yo tuve mi momento y creo que cumplí con la FBF y con el país. Éste es el momento de nueva savia dirigencial, no puedo creer que en Bolivia no haya al menos 100 personas más calificadas que Chávez.
— Así como está la situación del fútbol boliviano, ¿cuántas eliminatorias más tienen que pasar para que Bolivia sea candidata a una clasificación?
— No sé cuantas más tienen que pasar, pero una cosa sí sé y la puedo asegurar: Mientras Carlos Chávez siga perpetuándose en la FBF, Bolivia no volverá a la Copa del Mundo.
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